PRESENTACIÓN DEL BLOG

Saludos a todos aquellos que se hayan decidido a entrar y curiosear en este blog.

Aquí voy a hacer públicos mis escritos, cuentos cortos, relatos, novelas, historias, y todo aquello que se me ocurra.

Sólo espero que al menos sirva para haceros dormir...




domingo, 26 de febrero de 2023

LA SEMILLA

Pablo y Julia no tenían más que cuatro años cuando se conocieron. Fue un verano cualquiera, en un pequeño pueblo de los Pirineos.

Durante varios años consecutivos coincidieron todos los veranos, puesto que pasaban las vacaciones en el mismo pueblo.

Y como no podía ser de otra forma, una profunda amistad fue creciendo entre los dos chicos.

El último año fue muy especial. La familia de Julia marchaba a vivir a México y los dos sabían qué significaba tal cosa.

Ya no se volverían a ver durante mucho tiempo. Tal vez, nunca más.

Los últimos días de aquellas vacaciones fueron muy tristes. A pesar de todo, los chicos intentaban encontrar algo que les alegrara, pero... No era fácil. Solo tenían doce años; sin embargo, eran conscientes que estas vacaciones serien el fin de una época de su vida.

La idea surgió de Julia.

—¿Y si nos hacemos un juramento?

—¿Qué quieres decir? ¿Cómo una promesa de amor eterno, quizás? —preguntó Pablo con inocencia y los ojillos chispeantes.

Julia, a pesar de ser solo una niña, se puso roja como un tomate.

—Hombre, Pablo, tampoco hace falta que sea una promesa de amor precisamente... Lo que quiero decir es que podríamos acordar alguna cosa, para no olvidar nuestra amistad. Por ejemplo, podríamos acordar escribirnos todos los meses, ¿no te parece?

Pablo hubiera preferido su idea de jurarse amor eterno, pero accedió.

Llegó el momento de decirse adiós.

Pablo y Julia estuvieron juntos toda la mañana, y ya no les quedaba nada más por decirse. Solo el último adiós, la última mirada, el último suspiro.

Julia subió al coche, que arrancó y se perdió carretera abajo.

La chica ni siquiera se giró cuando Pablo gritó su nombre. Pero las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas la delataban.


CUATRO AÑOS MÁS TARDE

—¡Pablo! ¡Tienes una carta!

El joven bajó las escaleras del piso de arriba de cuatro en cuatro y le arrancó literalmente la carta de las manos a su madre.

La carta venía de América. Cómo todas las que había recibido cada mes, durante los últimos cuatro años.

Pero esta era diferente. Era un poco más gruesa que de costumbre y en una de las esquinas se marcaba un pequeño bulto.

Con mucho cuidado, Pablo rasgó el sobre. De su interior salió un papel muy bien doblado y una especie de, bola muy pequeña de color negro intenso.

Pablo empezó a leer con calma.

—Pablo, esta vez te mando una semilla. Pero no es una semilla cualquiera. Te cuento. Días atrás conocí un viejo brujo y me explicó una antigua leyenda de México. Cuando una pareja se tiene que separar, se les da una semilla mágica a cada uno y la tienen que sembrar. Mientras viva la planta no se olvidarán... Por favor, siémbrala que yo haré lo mismo con la mía.

Pablo miró de reojo aquella pequeña bola de color negro.

—Una semilla mágica...

Pero Pablo la sembró, la regó y la cuidó hasta verla convertida en un arbusto imponente.


UN PAR DE AÑOS MÁS ADELANTE

—¡Mamá! ¡Papá! ¡Este verano Julia vendrá a pasar las vacaciones aquí!

Pablo pareció volverse loco. Empezó a saltar por toda la casa, a gritar y a dar besos a todos. No se lo podía creer. Volvería a ver Julia...

Y por fin llegó el día.

Pablo y sus padres fueron a buscar a Julia al aeropuerto.

En un primer momento, Pablo no fue capaz de reconocer a la chica.

¡Cómo había cambiado! Había crecido mucho, llevaba su melena rubia muy larga, y su cuerpo era... muy diferente. ¡Claro! ¡Cómo podía ser tan bobo! ¡Con dieciocho años ya no era una niña!

Pablo se quedó mudo. Todavía la recordaba como una niña y, francamente, no se esperaba un cambio tan radical.

Julia llevaba una gran planta en los brazos. Pablo la reconoció enseguida. Era la misma que tenía él. Estaba tan grande y frondosa como la suya.

Los primeros días fueron muy intensos. Largas horas de charla, para ponerse al día tras esos seis años de separación

Los dos jóvenes se pasaron todo el verano juntos, sin separarse para nada.

Las dos plantas fueron colocadas muy juntas en la terraza de los padres de Pablo.

Nadie se dio cuenta hasta el último día.

Y fue Pablo quién, después de llamar a Julia, exclamó:

—¡Fijaros en esto! ¡Las plantas han florecido!

Todos se giraron y se dieron cuenta de que, a pesar de que nunca antes habían florecido, ahora estaban cubiertas de arriba abajo de pequeñas flores de color morado.

Y no solo esto. Al estar tan juntas en la terraza, se habían enredado de tal manera que ahora era imposible separarlas.

—Tenía razón el brujo —dijo Julia —Me aseguró que estas plantas darían vida a nuestros sentimientos.

Pablo miró a Julia y esta, sin pensarlo dos veces, se acercó al chico y le estampó un beso en los labios.

Este fue el preludio de un amor que duraría toda la vida.

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